El
12 de octubre de 1492, Colón llegó a las costas de una isla al noreste
de Cuba. Más tarde la llamó San Salvador. A lo largo de los siguientes
10 años, Colón habría tres viajes más al “Nuevo Mundo”, lo cual sólo
reforzó su creencia de haber alcanzado el Extremo Oriente viajando por
el Oeste.
Fue
en su cuarto y último viaje, mientras exploraba la costa de América
Central, Colón se encontró en una situación desesperada. Abandonó Cádiz,
en España el 11 de mayo de 1502, con los barcos Capitana, Gallega,
Vizcaína y Santiago de Palos. Desafortunadamente, debido a una epidemia
de bromas (moluscos bivalvos) que abrían agujeros en los fondos de su
flota, Colón se vio obligado a abandonar dos de sus barcos y finalmente
llevar a la playa sus últimas dos carabelas en la costa norte de Jamaica
el 25 de junio de 1503.
Inicialmente,
los nativos jamaicanos dieron la bienvenida a los náufragos,
proporcionándoles comida y cobijo, pero conforme los días se convertían
en semanas, la tensión se acumulaba. Finalmente, tras estar varados
durante más de seis meses, la mitad de la tripulación de Colón se
amotinó, robando y asesinando a algunos de los nativos, quienes, estaban
hartos de proporcionar tapioca, maíz y pescado a cambio de pequeños
silbatos de plata, baratijas, campanas de halcón y otros bienes baratos.
Con la amenaza de la hambruna, Colón diseñó un desesperado pero ingenioso plan.
Al
rescate del Almirante llegaba Johannes Müller von Königsberg
(1436-1476), conocido por su seudónimo latino Regiomontanus. Fue un
importante matemático, astrónomo y astrólogo alemán.
Antes
de su muerte, Regiomontanus publicó un almanaque que contenía tablas
astrónomicas que cubrían los años desde 1475 a 1506. El almanaque de
Regiomontanus resultó ser de gran valor, por sus tablas astronómicas
proporcionaba información detallada sobre el Sol, la Luna y los
planetas, así como las estrellas y constelaciones más importantes por
las cuales navegar. Después de su publicación ningún marinero se atrevía
a partir sin una copia. Con esta ayuda, los exploradores fueron capaces
de abandonar sus rutas habituales y aventurarse en los desconocidos
océanos en la búsqueda de nuevas fronteras.
Colón,
por supuesto, tenía una copia del almanaque con él cuando naufragó en
Jamaica. Y pronto descubrió estudiando sus tablas que en la noche del 29
de febrero de 1504, tendría lugar un eclipse total de Luna poco después
de la salida de la Luna.
Armado
con este conocimiento, tres días antes del eclipse, Colón pidió una
reunión con el Cacique de los nativos y le anunció que su dios cristiano
estaba enfadado con su gente por no seguir suministrado a Colón y sus
hombres comida. De esta forma, podía proporcionar un claro signo de su
descontento: En tres noches, eliminaría toda la Luna, haciéndola parecer
“inflamada de ira”, lo que significaría que el mal caería pronto sobre
ellos.
Miguel Ángel Gudiño Sánchez
(05/10/15)